lunes, 23 de julio de 2012

Ahí, en la tierra, está la vida que llega y se va; Por Pastor Alape


Comandante Pastor Alape, integrante del Secretariado
del Estado Mayor Central de las FARC-EP.



Por Pastor Alape
Integrante del secretariado de las FARC-EP

 El pasado 8 de marzo se desarrollaron en muchas partes del mundo, jornadas de exaltación de la lucha de las mujeres por alcanzar el ejercicio pleno de sus derechos. En las filas guerrilleras de las FARC no pasó desapercibida la jornada.
Infinidad de mujeres han perdido la voz, la vida, a causa de luchar abiertamente o con sus silencios prácticos y efectivos, por el reconocimiento de su condición a plenitud sin encasillamientos a esferas políticas, culturales, sociales y económicas de marginalidad. Por su participación de la arquitectura y desarrollo de la sociedad.
En Colombia son muchas, infinidades, que pertrecha das de amor y convicciones han dedicado todas sus energías en la construcción de la utopía, vertiendo iniciativas y actividades en el desarrollo de sus comunidades y en las especificidades de su género, todas moldeadas de sencillez, feminidad, ternura y firmemente plantadas sobre la tierra, sin ambiciones de heroicidad o sucumbir como mártires, porque el hecho de mantenerse altivas ante el patriarca l modelo de in felicidad dominante ya es heroicidad, mujeres solo acompañadas por esa inconmensurable fuerza que se oculta en su condición.

 Y recuerdo a dos mujeres que se conocieron e hicieron amigas en actividades políticas en Puerto Berrío Antioquia, en la región del Magdalena Medio, Otilia Serna era activista y concejal por el Frente Democrático, fuerza que agrupaba varios sectores de izquierda en los años ochenta del siglo pasado y Doña Teresa, activista de la misma organización.
Otilia de mediana estatura, era una morena maciza de palabras amplias y abrazos sinceros, con toda la fuerzas de los remolino s del magdalena para caminar barrios y veredas, cantinas, prostíbulos, ventorrillos y sindicatos llevando la buena nueva de la unidad de los oprimidos. Quizá pasaba los cuarenta años, no estoy seguro, pero era una fiesta de palabrota s agrupando los extracto res de arena del río, a pescadores y campesinos que llegaban a pasar fines de semana al lado de sus familias, que por la escuela para sus hijos vivían en el barrio Puerto Colombia, donde también lo hacía ella en una humildad extrema y lidiando cada inundación del río. Doña Teresita era una campesina menuda floreciendo siempre una sonrisa de preguntas, afable, activa y amorosa. Vi vía su finca con pasión junto al compañero de toda su vida cerca al río San Juan, municipio de Cimitarra, en la región de Vuelta cuña. Cultivaba la tierra y criaba gallinas, vacas y cerdos. Las dos eran comunistas y se encontraban cada fin de semana. Otilia le entregaba el periódico del partido y comentaban los acontecimientos políticos de la región, las persecuciones de los militares, los retenes, el control de víveres, las amenazas y las fechas de revalidación de los salvoconductos que expedía el mando militar y que invalidaban la cédula de ciudadanía en toda la región. No había paramilitares, las ejecuciones, las torturas, violaciones sexuales y desapariciones las ejecutaba directamente el ejército y la policía.
A principios de los años ochenta se desató la matanza en la región. Latifundistas, trasnacionales del petróleo, mafiosos, políticos tradicionales y militares formaron los grupos paramilitares y Otilia Serna fue asesinada en las calles del Puerto como lo fueron otros líderes, militantes y miles de simpatizantes o simplemente amigos de integrantes de la izquierda desde la Dorada hasta Barrancabermeja. Ser amigo de un comunista costó la vida a muchos y el desplazamiento de todos, que no están incluidos en la diáspora de los más de 5 millones de colombianos que establecen las cifras.
Desde donde antaño fue el refinado Hotel Magdalena, símbolo elitista de la hospitalidad porteña, ahora sede de la XIV Brigada del ejército gubernamental, se orientó la barbarie que se desató en campos y poblados. El mensaje fue claro: la tierra no era para el campesino que la trabajaba, sino para latifundistas y multinacionales para la extracción petrolera, el comercio y la especulación capitalista. Así, Doña Teresita y su compañero, junto a otros campesinos, protegidos por la oscuridad y sin más bártulos que los indispensables que ocupara n poco espacio en las canoas, se deslizaron tremulantes de espanto dejando en popa ranchos y cementeras hechos pavesas, por acción de los victimarios, por el San Juan aguas abajo hasta el río Carare, bajaron al Magdalena, evadieron a patrullas conjuntas de fuerzas estatales y paramilitares a través de los diferentes brazos del río, tomaron el caño de La Sardinata hasta su ciénaga al occidente del Magdalena sobre el municipio de Yondó en Antioquia, como habían hecho en los años cincuenta, espantados del oriente antioqueño por otras violencias cuando colonizaron en el San Juan, de nuevo se internaron selva adentro y volvieron a fundar esperanzas en un pedazo de tierra que compraron con los pocos animales que pudieron mal vender. Las tierras del San Juan, de toda La Vuelta cuña quedaron a merced de la voracidad latifundista, pero tampoco están sumadas en las más de 7 millones de hectáreas despojadas en los últimos 25 años en Colombia, ni se incluyen en la ley de tierras del presidentes Santos. Doña Teresita entregó sus afectos y solidaridad a muchos huérfanos a quienes sus padres fueron víctimas de las matanzas y no olvido nunca su tierrita, ni a Otilia ni tantas otras compañeras y compañeros muertos, por los que decía: son tantos que no sé por cual estoy llorando, mijo.
El nuevo ciclo de la violencia, cuando el Uribismo publicitó la brutalidad hasta la saciedad, el enriquecimiento fraudulento y la corrupción como virtudes, Doña Teresita fue alcanzada por la depravación publicitada del modelo. La nueva tierra por más de 26 años trabajada entró en la mira de los mercader es de la agro industria y los agro - combustibles para garantizar el funcionamiento del complejo de bio- diesel que se está montando en Barrancabermeja. Los comisionistas de los terratenientes hicieron las ofertas y ella mantuvo su apego a " lo que siempre he sido, mijo, campesina, qué podré ser sin mis gallinas, mis vacas, mis perros, mi labranza, mi agua, mis rastrojos". Pero la voracidad latifundista no tiene límites, no conoce escrúpulos. Al hijo que adoptó y formó Teresita y su compañero, los comisionistas de la tierra lo ensalzaron hasta pervertir lo y enfermar de codicia, argumentados seguramente en la estructura moral del pensamiento dominante que, según Tomás de Aquino: Es un hecho que la mujer está destinada a vivir bajo la autoridad del hombre y que no tiene autoridad por sí misma. Predicas promocionadas en los sonsonetes de la cultura musical que ha impuesto el capitalismo criminal en el país. El hijo, como Orestes, asesinó a la madre, seguramente afirmado y exculpa do por un inconsciente en que según Pitágoras "hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer". La ambición fue hacerse a la herencia y obligar al viejo a vender.
Así murió Teresita, en su mundo campesino, aferrada a la tierra que la creció de amor y dignidad, a la tierra que se le entregó de colores y fragancias, A los amanecer es de infinitos alegros de guacharacas, chavarríes y guacamayas, Abraza da a la uterina fertilidad de la tierra que la colmó de gracia en la ingenuidad naciente de polluelos, terneros, cerdos y nuevas flores en su silvestre silencio, ahí, en la tierra, donde brota la vida y se regresa al final, Se fue con toda su dignidad.
En este mes, el de la mujer que siente que ser mujer no es exclusión, recuerdo a tantas muchas víctimas de esta violencia institucionalizada, encarcelada s, violadas, violentadas o asesinadas, pero también a las que han podido morir por otras causas con relativa calma, que es un decir entre tanta injusticia, Y también a las que hoy sonríe n hasta sus últimas alegrías, seguras de caminar hacia la construcción de una sociedad humanista. Y a medida que avanzaba la lectura de un texto sobre datos de la mujer y encontraba que desempeñan un papel clave "ya sea como productoras de alimentos, generadoras de ingresos, conocedor as de la biodiversidad local, procesador as de alimentos y como responsables del estado nutrición al familiar" o que "según datos de la FAO, las mujeres producen entre el 60 y 80% de los alimentos en los países en desarrollo, y la mitad de la producción mundial", que la desigualdad salarial y la desprotección laboral es apabullante "los hombres ganan entre un 20 y un 50% más que las mujeres", repasando estos datos me acompaña el recuerdo de la laboriosidad de Doña Teresita y esas miles de mujeres que al pasar la mirada en el terreno saben si pueden sembrar yuca, maíz, plátanos, pastos, o es tierra in fértil para campesinos. Esas que saben que la ley de tierras que pregona el actual gobierno, como la de las víctimas de la violencia son una maniobra, afeites del régimen para la imagen internacional, Que ellas, que sí saben el valor del mundo rural, no serán tenida s en cuenta sino hasta cuando el crecimiento del clamor de sus luchas deje de ser inadvertido. Esas mujeres que unidas caminan y danzan la coreografía por la verdadera reforma agraria como única forma para detener el aniquilamiento del mundo campesino que agoniza por la globalidad depredadora del capitalismo poniendo en peligro la producción de alimentos. A todas ellas les agradecemos permitir acompañarlas.

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